Alegoría de la caverna (Diálogos de Platón)
Sombras nada más…”A ellos, les digo, la verdad no sería literalmente nada
más que las sombras de las imágenes”. -Platón, La República (Libro VII)
Platón escribió una serie de “Diálogos” en los que resumía
gran parte del conocimiento transmitido por su maestro Sócrates.
Uno de estos Diálogos es la “alegoría de la caverna”.
En esta alegoría, la gente vive encadenada en una caverna, por lo que solo
pueden ver las sombras que se proyectan en las paredes por la luz del fuego.
Para esta gente, esa es su realidad y las sombras representan la totalidad de
su existencia, su realidad consiste en sombras difusas proyectadas sobre los
muros de la cueva por la luz del fuego, y no es posible para ellos imaginar
otra cosa.
Tanto es así, que si algunos prisioneros escaparan de la cueva y lograran salir
a la luz del sol, contemplando una nueva realidad, cuando intentaran volver a
la caverna y contar la verdad a los otros cautivos, serían tratados como locos.
Por supuesto, para Platón esta historia solo simbolizaba la
búsqueda del ser humano para alcanzar la luz y el conocimiento a través de la
apertura de la mente y la observación reflexiva de las cosas.
En cierta manera todos nosotros somos prisioneros (de los sentidos) y el mundo
"real" y concreto es nuestra caverna. Así como algunos prisioneros
pueden escapar a la luz del sol y percibir otra realidad, si acumulas energía y
conocimiento podrás trascender la percepción ordinaria y así iluminar las
sombras de la ignorancia.
La luz del autoconocimiento disipa la oscuridad y aclara la
percepción confusa.
Esta iluminación natural y espontánea nos permite conocer, de una mirada, la auténtica
naturaleza de todas las cosas.
Proyecciones en 3D:
La idea de Platón, que la realidad podría ser representada
completamente como “sombras” en las paredes, concuerda con la actual
descripción del universo holográfico que hace la física.
La realidad objetiva no existe, a pesar de su aparente solidez el universo es
un inmenso holograma espléndidamente detallado.
Es una proyección de otros planos.
Para comprender esta afirmación, veamos primero algo sobre hologramas.
Un holograma es una imagen tridimensional hecha con la ayuda
de un láser.
El holograma se produce cuando un único haz de luz coherente (láser), es
dividido en dos haces separados. El primero rebota sobre el objeto cuya imagen
va a ser grabada. El segundo es reflejado por un espejo que lo lleva a
colisionar contra la luz reflejada por el primero de los haces. Cuando sucede
esto, ambas partes del haz crean un patrón de interferencia que queda grabado
en una película sensible llamada placa holográfica.
El patrón que queda grabado en la placa holográfica no se
parece en nada al objeto que se usó para realizar la grabación. El resultado es
un conjunto caótico de remolinos y anillos concéntricos, lleno de puntos claros
y oscuros. Sin embargo, al usar otro haz láser para iluminar la película, aparece
ahora una imagen tridimensional del objeto original. Se puede caminar alrededor
de la imagen y contemplarla desde ángulos diferentes, pero cuando se la intenta
agarrar, se ve que en realidad allí no hay nada.
La propiedad más interesante de los hologramas es que la imagen entera está
contenida en cada parte de la película.
Si se toma la placa original sobre la que se grabó el patrón de interferencia y
se la corta por la mitad, se verá que puede proyectarse la imagen entera
iluminando sólo la mitad del conjunto. De hecho, se puede cortar la placa
holográfica en tantos fragmentos como se quiera, que siempre se encontrará que
cualquiera de los pedazos, al ser iluminado, produce versiones más pequeñas de
la imagen entera.
Este fenómeno de interferencia es lo que hace posible la
holografía. La interferencia no es más que un patrón que se genera cuando las
ondas, en su movimiento, chocan entre sí. Es como cuando arrojamos dos piedras
en un estanque. Cada piedra producirá un conjunto de ondas en la superficie del
agua formando círculos concéntricos que se irradian hacia el exterior a partir
del punto de impacto. Las ondas procedentes de cada uno de las piedras
arrojadas se expanden hasta que de cruzan y chocan en algún punto, y el patrón
resultante es conocido como patrón de interferencia.
En el modelo holográfico, se dice que la información del
conjunto está contenida en cada una de sus partes. Es lo mismo decir que la
información se distribuye de manera no localizada.
Como veíamos con los fractales, que son la explicación matemática de cómo el
universo se estructura, en cualquiera de sus niveles, las partes reflejan la
totalidad, dicho de otro modo: cada parte contiene la información del todo.
En un nivel profundo de la realidad, todo lo que existe en
el universo está infinitamente interconectado.
Hay que tener en cuenta lo que estamos observando realmente cuando percibimos
un objeto físico.
Consideremos esto mismo que estamos leyendo y las palabras
que hay en la página. Lo que se ve desde el exterior no es lo que parece ni
está donde aparenta estar. Lo que se percibe en realidad es un borrón
holográfico de patrones de frecuencias, bits de información que están siendo
traducidos a un patrón de estimulación neuronal que, a su vez, al ser
proyectado se percibe como el objeto externo. O sea, ondas electromagnéticas
que provocan una reacción electro-química en el cerebro, que las traduce e
interpreta según su programación, como lo que es: un “superordenador
biológico”.
El proceso de determinar que el objeto existe exteriormente
sólo se produce a partir de la interpretación que hace la mente por la
estimulación de los sentidos.
En definitiva, todo lo que se ve, se oye, se degusta, se
toca y se huele son patrones de estimulación neuronal que corresponden de
manera parcial y limitada con lo que está "ahí", pero que sigue sin
ser realmente “eso”. Las frecuencias electromagnéticas que causan la
estimulación neuronal carecen completamente de color, gusto o textura.
Las cualidades que experimentamos a través de la percepción sensorial son
creadas por la mente.
"El verdadero carácter de las cosas es su ausencia de
carácter" (maestro Sawaki)
Podemos considerar al universo como un holograma hecho a
partir de rayos de luz, o como una proyección luminosa, que es lo mismo.
Pero no es una entidad material. Es la refracción de una entidad material.
El universo es una imagen en 3D del universo.
A pesar de su aparente solidez, el universo es en realidad
una proyección, una ilusión, un enorme holograma magníficamente detallado y
¡consciente!
Hace miles de años que el ser humano conoce la naturaleza
ilusoria de la realidad. Los maestros espirituales lo han comprendido y
transmitido a los demás. No es un nuevo descubrimiento de la ciencia, aunque
esta, comprueba cada vez más a través de teorías y experimentos, que todo en
este universo esta profundamente interconectado y que cada parte es una
representación de la totalidad.
Nuestra realidad material no es más que una versión
filtrada, una interpretación, de un “orden implícito” que lo conecta todo.
Esta versión filtrada crea separación porque sólo percibe
secuencias de bits de información y fragmentos del conjunto. El cerebro es
modelado y manipulado desde que nacemos para captar e interpretar una realidad
determinada, un mundo físico “real y concreto” dependiente de nuestros sentidos
y separado del resto.
Esto, evidentemente, genera una mentalidad aislada e insegura que lleva a una
estrechez de conciencia y más aislamiento. Luego las personas con este nivel de
comprensión son fácilmente controlables e influenciables y sus posibilidades de
adaptación a los cambios disminuye.
Si podemos trascender el filtro de los sentidos y olvidamos
la educación recibida hasta el presente, podremos percibir las cosas tal como
son y conocer nuestra verdadera naturaleza.
Energía e información, esto es lo más sólido y real que
podemos encontrar en nuestro ser.
Pero somos esa energía y ese patrón de interferencia. Somos
estas letras que leemos, el teclado de la computadora, los árboles que se ven
por la ventana, nuestro sistema solar, todo el universo; todo es una extensión
de todo lo demás sin separación.
Es una sola cosa. La misma conciencia.
Así que la realidad objetiva es una ilusión. Este mundo
físico de objetos y personas, de formas y sensaciones, tal como lo percibimos:
es una ilusión, porque el observador, el proceso de observar y lo observado son
en esencia la misma cosa.
Existencia absoluta y relativa:
Veamos el modo en el que la totalidad fundamental y esencial
de la realidad se convierte en la realidad diferenciada de nuestra experiencia
individual.
La realidad física es la realidad de los objetos, la
realidad de las cosas y de los acontecimientos. Nosotros escuchamos cosas,
vemos cosas, sentimos cosas, degustamos cosas, olemos cosas. A lo largo de la
vida vamos asumiendo que todas las cosas existen por si mismas, como algo
definido, independientemente de nuestra experiencia acerca de ellas.
Sin embargo, como vemos, esto es una ilusión. No hay nada que exista fuera de
nuestra mente.
Es el cerebro que decodifica la información, la analiza, la
integra, la proyecta y crea un holograma en consecuencia.
Otro punto importante, cualquier cosa que pueda ser experimentada existe sólo
en relación a alguna otra cosa.
Podemos experimentar y pensar que el placer existe de manera
independiente; sin embargo, el placer sólo puede existir en relación con el
dolor. De manera análoga, cuando experimentamos calor, creemos que el calor es
un calor independiente, sin darnos cuenta de que lo caliente sólo puede estar
caliente en relación a lo frío. “Lo mismo es cierto para todo lo que
experimentamos, en tanto en cuanto cualquier cosa que experimentemos como algo
que existe, sólo puede existir con respecto a algún otro aspecto de la
existencia que no sea ese algo”.
Esta forma de existencia puede denominarse existencia
relativa o polarizada: la existencia que solo puede existir en relación a algún
otro aspecto de la existencia.
Mientras que la existencia absoluta carece de estructura ya que es vacío, es lo
no manifestado, es no existencia. Podríamos considerarla el punto cero: el
punto donde todas las líneas o vectores convergen y se cancelan entre sí (no
totalmente)
La existencia relativa tiene estructura, límites. Para que
este “absoluto” se manifieste, debe sufrir una transformación, un
desequilibrio, un vector debe sobresalir del resto. Este desequilibrio es lo
que captan nuestros sentidos y lo interpretamos como sólido y real, pero no es
más que flujo de energía e información momentánea.
La existencia individual representa un desequilibrio (que tiende al
equilibrio).
La realidad subyacente siempre será una realidad de unidad e
interconexión. Pese a que experimentemos la realidad como fragmentos
aparentemente separados, la forma de la realidad fundamental, de la cual surge
la percepción, es la de la unidad, a partir de la cual nada puede separarse de
ninguna otra cosa. Cada parte de la estructura, cada fragmento de realidad,
contiene algo de la existencia de los demás fragmentos de realidad. Por lo
tanto, cada parte de la estructura es un reflejo del todo.
Nuestra existencia tiene un aspecto localizado y otro no
localizado.
Dado que todo aspecto o zona localizada de la existencia
tiene la cualidad de existir en alguna parte, una zona no localizada de la
existencia que estuviese en todas partes no existiría en alguna parte
determinada, sino que tendría la cualidad de existir en todas partes y en
ninguna al mismo tiempo.
Esta existencia sin límites, que existe en todas partes y en
ninguna, es la conciencia.
La conciencia existe más allá del tiempo y el espacio (de
hecho los genera).
La existencia absoluta, existe en todas partes y en ninguna
a la vez, ya que existe pero carece de los límites que definen a una cosa. Es
nada pero existe, y no está en ninguna parte porque está en todas. Esa
existencia absoluta es la conciencia.
Para poder trascender la dualidad y las contradicciones de
la existencia relativa, hay que realizar con la totalidad de nuestro ser, que
somos parte inseparable de cualquier cosa que exista. Por lo tanto, podemos
acceder directamente a cualquier cosa que exista debido al hecho de que
nosotros también somos implícitamente ella.
En el nivel “implícito” más profundo de la realidad, estamos infinitamente
conectados con todo lo demás que existe. Estamos conectados con cualquier otra
persona, organismo y átomo del universo; por consiguiente, somos todas esas
cosas.
De manera similar, nuestros pensamientos están infinitamente
conectados con todos los pensamientos.
Como en un holograma o en un fractal, la
imagen del conjunto está contenida en cada parte, todo el universo está
contenido en cada una de nuestras células, de nuestros átomos y sus partículas.
La totalidad de la información está distribuida de manera no localizada y, por
esta razón, tenemos acceso directo a todo lo que hay en el universo. Tu mente
parte de una Mente Universal.
En esencia somos conciencia libre e ilimitada.
Toda realidad relativa es creada por la conciencia y existe
en relación a sí misma. “Nosotros somos esa conciencia. Nosotros somos esa
conciencia que existe en relación a sí misma e interactúa consigo misma.” No
hay nada más. Ninguna de las cosas que percibimos como separadas tiene una
existencia independiente, porque todas ellas son, en realidad, extensiones de
esta conciencia subyacente.
La realidad física es producto de la conciencia. La conciencia no es un
producto de la realidad física. La realidad física no interactúa consigo misma
ni es independiente del observador.
Hemos visto que no podemos experimentar directamente la
verdadera textura de la realidad a partir de la percepción de los sentidos,
porque todo lo que miramos se materializa según nuestra experiencia y nuestro
estado de conciencia.
Por la misma razón, nunca podemos experimentar la conciencia como conciencia.
Cuando la conciencia infinita y carente de límites intenta contemplarse a sí
misma, debe crear una estructura relativa, una forma o un marco de referencia,
como un espejo, donde poder reflejarse, observarse y aprender (de si misma).
En la práctica de zazen se le llama pensamiento absoluto:
cuando se trascienden los límites del pensamiento consciente y se olvida la
mente individual, la conciencia se expande de manera natural e inconsciente, ya
que se "sintoniza" con frecuencias superiores. El consciente se
vuelve uno con el no consciente…, casi uno.
En realidad queda una pequeña separación que es lo que permite justamente que
seamos conscientes, pero es una actividad tan sutil, concentrada y coherente,
que no genera una reacción masiva que active una secuencia de pensamientos y
haga colapsar nuevamente la conciencia individual.
Realidad de las ideas (Espiritual) y Realidad de la Materia
(Demiurgica)
El Demiurgo:
El ente denominado el Demiurgo, es un dios imperfecto hijo
de la diosa Sofía que era emanada por el Dios de la Luz, el Absoluto Inmanifiesto,
perfecto e Increado que habita en el Pleroma.
El término Demiurgo fue acuñado por Platón en su diálogo
Timeas. Para Platón existían dos realidades; el Mundo de las Ideas y el Mundo
de las Formas, un universo espiritual (el Pleroma) y un universo material (el
reino del Demiurgo) creado e imperfecto, en el cual todo es una copia torcida
del Mundo de las Ideas. Para Platón el Demiurgo no es el dios supremo sino que
crea el universo físico a partir de las formas preexistentes, las cuales son
eternas (el Pleroma).
La filosofía platónica y particularmente el neoplatonismo
tendrían una influencia tutelar en el gnosticismo posterior.