Asherah o Asera, era conocida con otros nombres en todo el
antiguo Oriente Próximo, tales como Astarté e Astarot, o como Ishtar por los
babilónicos e Inanna por los sumerios, y que otros dicen se trata de la misma
diosa Afrodita e Isis, todas ellas reconocidas con el arquetipo de la “Diosa
Madre”.
“Una deidad dadora, en cualquier caso, ideal de la divinidad
femenina, como la Luna, la Tierra y Venus.
Otras referencias a esta diosa en la Biblia derivan del
libro de Deuteronomio, en un marco siempre hostil. El Rey Manasseh es juzgado
como alguien que hizo mal ante Dios cuando colocó el poste en el Templo,
símbolo del árbol de Asherah. Acaso, el ash tree de los druidas, ¿el axis
mundi? Por el contrario, el Rey Hezekiah, que removió el símbolo de Asherah del
Templo y lugares sagrados, fue alabado como el más justo de los reyes.
“Muchas traducciones inglesas prefieren traducir Asherah
como Árbol Sagrado”, “Esto, en parte, pareciera estar impulsado una vez más por
el deseo moderno, claramente inspirado en las narraciones bíblicas, de ocultar
a Asherah tras un velo”.
Asherah, diosa de la fertilidad y del amor sexual, era
representada normalmente por un “árbol frondoso” como símbolo de su fertilidad.
Y, aunque su nombre suele traducirse como la “diosa del
árbol de la vida”, a veces también se le vincula con el mar. Uno de sus nombres
“rabat ʼAṯirat yammi”, puede traducirse precisamente como “Señora del Mar” o
“aquella que camina sobre el mar”.
Su otro epíteto en algunos textos ugariticos, un lenguaje de
origen semítico, es “qaniyatu ʾilhm”, “la creadora de los dioses” (Elohim).
En esos textos Athirat es la consorte del dios El. Existe
una referencia a los 70 hijos de Athirat, presuntamente los mismos 70 hijos de
El. También se le llama Elat, la contraparte femenina de El, y en los textos
acadios aparece como Ashratum, la esposa de Anu, el dios del cielo.
“Las menciones a la diosa Asherah en la Biblia hebrea y el
Antiguo Testamento, son raras. Y, además, han sido fuertemente modificadas por
los autores antiguos, encargados de reunir y agrupar los textos”
Los profetas Isaías, Jeremías y Micah también condenan la
idolatría de Asherah, ya que según ellos aleja de la adoración del dios único y
verdadero. Esto nos da idea de cómo la diosa femenina, del árbol de la vida, del
mar y del cielo, fue equiparada con la falsa idolatría, con Baal, alejando al
hombre de la adoración de la pareja divina y de la mujer.
Una idolatría que incluye, indudablemente, la utilización
del nuestro actual árbol de navidad, con el que se conmemora el nacimiento de
una deidad, Yeshúa Ben Pandora o Jesús de Nazaret, al que han hecho pasar como
dios, como el Mesías. Pues como se hace mención en la Mishnah Masejet Avoda
Zara 3:1: “Todas las imágenes están prohibidas, para cualquier uso, pues son adoradas
una vez al año”.
Profusos estudios, que explican cómo las ediciones
subsecuentes de la Biblia, curadas siempre por hombres, habrían resignado
cualquier fidelidad a las escrituras sagradas, para realizar una operación de
inteligencia, una programación neurolingüística de la sociedad, con el objetivo
último de mantener en el centro del poder a la casta sacerdotal masculina, en
desmedro y represión del polo femenino de la divinidad.
Así, Asherah, la diosa madre, pareja de Yahvé, fue excluida
dolosamente de la Biblia, en el camino a la construcción paradigmática de la
hegemonía masculina.
En tiempos anteriores al monoteísmo patriarcal, instaurado
en occidente por el judeocristianismo y responsable de sembrar las bases para
una conciencia que enaltece los valores masculinos de conquista, expansión y
explotación de la naturaleza, prevaleció una concepción religiosa de la
divinidad como pareja: Diosa Madre y Dios Padre.
“Asherah, Como un símbolo envuelto en un árbol, ha sido
cortada y quemada fuera del Templo en los actos de ciertos dirigentes que
intentaban purificar el culto, y que centraron su adoración en un único dios
masculino, Yahvé”.
Los antiguos israelitas eran politeístas, “Sólo una pequeña
minoría adoraba únicamente a Yahvé, antes de los acontecimientos históricos del
año 586 AC”. Ese año, una comunidad de élite dentro de Judea fue exiliada a
Babilonia y el Templo de Jerusalén fue destruido.
Esto, dio lugar a una visión más universal del monoteísmo
estricto: “Un Dios no sólo para Judá, sino para todas las naciones”.